Oficio
de Poeta
Para Carlos Leyva Bonaga y Rene Martínez
Alguna vez quise ser Bukowskyi y me senté bajo la sombra
protectora de un angelote
a beber de una caneca
de aguardiente.
La noche me abofeteaba los bolsillos y aún
(Supuestamente) tenía todo el mundo por delante.
Miraba a los poetas célebres de mi ciudad
y me decía:”esto es la vida,esto es la vida”
Mi madre afirmaba que terminaría en un manicomio
y no se equivocaba
entro y salgo de los manicomios como un asiduo convidado
y le compró maní
a los vendedores ambulantes con aires de bohemio indiferente.
Alguna vez quise ser Delfín y me leí siete libros de Budismo
Zen.
Aprendí yoga e incluso me paro con la cabeza hacia abajo,
(así invierto mis
ideas subversivas).
Alguien me aconsejó que buscara la iluminación
y lo hice con el
alfabeto cirílico en la mano.
¿Cómo librarme del dolor y la lluvia ,si donde vivo
todo es inmanente y
fluye río abajo junto a Heráclito?
Algunos por ahí andan diciendo que soy un genio desconocido
otros incluso dudan de que sea siquiera un bardo
y murmuran de mí con
dulce acento provinciano.
El oficio de poeta es una cosa seria:
me obliga a levantarme
en las madrugadas
y consumir largas
dosis de ansiolíticos,
inclusive lloro por la frase más banal.
Ustedes que lo saben
que supuestamente me
conocen mejor que nadie:
díganme quién soy, díganme quien soy.
Sáquenme finalmente el aguijón que llevo clavado
entre las costillas.
Holguin,Febrero 2015
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