
Indefensión
aprendida
¿De qué depende que ciertas cosas sucedan? En
ocasiones el desánimo y la indefensión nos impiden actuar.
Últimamente me he visto en varios momentos
reflexionando y preguntándome el por qué se dan ciertas situaciones y de qué
dependen. Situaciones no deseadas, proyectos que tienen un resultado
inesperado. Parece como si, en ocasiones, no importara lo que pueda hacer para
que ocurran unas cosas u otras. Lo que sea será, independientemente de lo que
haga para influir en el resultado.
Y así, reflexionando, me vino a la mente el
experimento de Seligman. En su laboratorio mantenía dos perros en sendas
jaulas. Les aplicaba una molesta descarga eléctrica en tales circunstancias que
uno de ellos podía pararla accionando una palanca con su hocico. El otro perro
nada podía hacer para evitar la descarga. No obstante cuando el primer perro
paraba la descarga, también lo hacía para el segundo perro.
Sin embargo, los resultados eran muy diferentes
en el primer y el segundo perro. En el primer perro, tenía una percepción de
control sobre la situación. Sin embargo, el segundo perro había perdido toda
sensación de control sobre su entorno. La descarga ocurría independientemente
de lo que hiciera y su cese no dependía de él. Esto hacía que el segundo perro
estuviera asustado, quieto, sin realizar ningún intento de escapar de la
situación. El perro se sentía indefenso. Y de aquí surgió el término de
Indefensión Aprendida.
El término indefensión queda patente tras
comprender el experimento. Y el término aprendido corresponde al hecho de que
son ciertas circunstancias por las que pasamos las que nos hace
"aprender" a sentir esta indefensión. Una situación de indefensión
mantenida suele terminar en depresión.
Y en estas reflexiones me encontraba mientras
evitaba enfrentarme a una nueva tarea. "¿Para qué voy a hacer un esfuerzo?
Si total, no sé a qué se puede deber que el proyecto salga o no". Y así,
me fui dando cuenta que estaba aprendiendo a sentir indefensión.
Me imagino, que en esta situación en la que
estamos viviendo facilita el que se den situaciones de indefensión.
¿Saben que el segundo perro, cuando se le ponía
las mismas condiciones que al primero, es decir, una palanca para que pudiera
parar la descarga, no hacía nada? No era capaz, ni siquiera, cuando el entorno
había cambiado y existía una nueva oportunidad de controlar el entorno.
Así decidí volver a ponerme en pie y afrontar
cada reto con la esperanza de que lo que hiciera afectara al resultado, porque
aunque no siempre sea así, en un momento cambiará y entonces no quiero que el
desánimo y la indefensión me hayan anulado las ganas y el entusiasmo de poner
en marcha lo mejor de mí mismo y por tanto perder la oportunidad de influir en
mi propio destino.
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